martes, 28 de octubre de 2008

God only knows

El lugar al que no quisiste ir seguirá existiendo, aunque te pese. Quedará en tu memoria aunque no lo nombres. Y sabrás que ahí sigue, perdido, aunque lo niegues. Y sólo tal vez esté aquí. O pase por aquí.

Y lo perseguirás, y lo espiarás en sus descuidos para el público. Sabes –realmente lo sabes- que es la receta de la nostalgia, de la melancolía. De tu odiada No hay nostalgia peor, cuando tuviste en tu mano el acierto. El primero en años. Corrijo, el primer acierto verdadero en años. Y aquí andas, pretendidamente críptico, como si esto fuera 1996. Al menos entonces hubieras sido un pionero.

Y ahora –discúlpenme- me dirijo a ustedes. O tal vez ya lo hacía. La Casa de Nieve existe en la cumbre de un plegamiento antiguo, bajo un invierno perenne, entre piedra, pizarra y maderas que crujen. Viajo a ella todas las noches, la mayoría de las madrugadas y más de una mañana para recordar la posibilidad de ser feliz. Pero la Casa de Nieve, la auténtica, no tiene una arquitectura pintada en papel y con correcciones a lápiz. Vive tan cerca que es imposible llegar a ella. Está, puede ser, detrás de un número que conozco y no marco, en las líneas que leo y espero para saber qué palpita, por dónde. Y no tanto con quién sino cómo.

Y cuando algún día reuní el valor como para pensar en volver a vivir en ella, mi propia vulgaridad –la consciencia de haber sido una gran decepción- me asustó.

Porque no todas las historias pueden merecer con esta canción.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.