martes, 28 de octubre de 2008

Insomnio



Debería estar en la ciudad de tus inviernos, persiguiéndote entre el tacto de la ropa de abrigo. Debería estar contigo de la única manera que puedo: hablando de ti, al fin, con sinceridad. Debería estar buscando una manera de volver a seguir, de recobrar aquel camino, en vista de que el olvido no es posible. Debería tener -debería habernos permitido- algún recuerdo más que aquel día luminoso e incompleto que se partió, partiéndonos. Debería haberte dado más lugares comunes, más placeres culpables, más casas de nieve. Debería poder recordar tu risa, que, como tu voz, se me diluye en el tiempo y se incrusta, sorda, en las heridas que yo mismo me he abierto. "El mar es tenaz -te dije-, sabe que nunca conquistará la tierra, pero no deja de intentarlo". Y sí lo hace, sí conquista. Llega dentro, se filtra y llena, y llena, y llena. Y me llenas, sin poder tocarte, sin poder verte, sin poder oírte. Apenas en el goteo de tus días, mientras sigo, sí, pero hacia ninguna parte.

No puedo dormir. Y he venido a buscar esta canción, himno del alivio, para pasar unos minutos sin dolor. Y para preguntarme hasta cuándo seguirá siendo así.

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